Cuando lo que habla es tu alma y no tus palabras, ni tus actos, ni siquiera tus ojos… Cuando algo en tu interior te empuja de forma desenfrenada hacia la locura más grande del mundo y tu sólo puedes rendirte ante ella.
Cuando todo el maldito mundo conspira contra ti para mentirte e intentar convencerte de que no lo puedes hacer. Que eso a lo que quieres enfrentarte es demasiado peligroso. Demasiado exigente, duro y complicado para alguien como tú.
Cuando todas las personas que te rodean dejan de creer en ti y entonces, muy lejos de hundirte en el desánimo, despiertan a ese león que llevas dentro. Sientes como se alimenta de todos esos prejuicios y crece para hacerse enormemente fiero y peligroso. Un león tan aterrador que asustaría al mismísimo Fobos, personificación del temor y el horror.
Esa fiera asusta tanto que por unas milésimas de segundo hace que dudes de tus posibilidades. Miras con ausencia al horizonte como si todo ese veneno que te han inoculado te quemara las entrañas. Sólo te está poniendo a prueba. Sólo intenta asegurarse de que eres un compañero fiel con el que aventurarse.
Él es el rey, y en tu lucha por dominarle,él es el que manda. Te tiene acojonado, te acorrala y hace que te sientas diminuto, y es ahí dónde tienes que demostrarte que tienes las suficientes ganas y el suficiente coraje para no dejar que se te coma.
Se apodera de tu espíritu y lo blinda. Su rugido se refleja en el brillo de tus ojos y en esa media sonrisa que se dibuja en tu cara cada vez que piensas en lo que vas a hacer. Ya te ha ganado la lucha, ya te posee y es dueño de tus miedos, de tus inseguridades y de tus fracasos. Los saca a relucir y te los presenta para que puedas derrotarlos.
Hace que pierdas el juicio, la razón e incluso la vida. Hace que te olvides de comer, de tus amigos y del resto del mundo. Te obliga a esforzarte cada día más, a pasar más frió, a llorar mas fuerte y a gritar con más desesperación. Hace que te sientes en una roca con las piernas quemando de dolor y pienses repetidas veces que el dolor es sólo eso, dolor. Que lo físico tiene fecha de caducidad y sólo hay que aguantar un poco más. Consigue que las personas actúen con más corazón y menos cabeza dotando de sensibilidad y locura todo aquello que hacen, crean o inventan, sin importarles las consecuencias.
Y entonces, sin darte cuenta, lo logras…
El león que llevamos dentro se ha alimentado de todo lo malo que te hacía débil. A desgarrado a todas esas mentes vacías de ilusiones y de sueños que te dijeron «no lo lograrás». A machacado con sus mandíbulas tus debilidades e inseguridades y te ha hecho libre para soñar.
Todos tenemos ese león en nuestro interior, pero sólo unos pocos lunáticos somos lo suficientemente valientes para desafiarlo.
Todos tenemos esa capacidad de lucha, de superación y de éxito.
Todos somos capaces de desear algo con tantas ganas que estemos dispuestos a dejarnos la piel para conseguirlo, así que asume el riesgo.
Ten valor para despertarlo y deja que te domine. Te prometo que nunca jamás algo habrá merecido tanto la pena…